jueves, 27 de septiembre de 2007

Historia
La Universidad de Hunan es considerada como la más antigua del mundo entre las existentes. En China aparecieron los primeros centros de altos estudios de la historia
Muchas de las civilizaciones antiguas han tenido centros de altos estudios. En China se encuentra registrada la existencia de la Escuela Superior (Shangyang) imperial durante el período Yu (2257 adC - 2208 adC). La actual Universidad de Nanjing remonta su origen a la Academia Central Imperial de Nanking, fundada en el año 258, y la Universidad de Hunan (Changsha) guarda una continuidad innegable, incluso geográfica, con la histórica Academia Yuelu, fundada en el año 976.
La Universidad de Takshashila, fundada en Taxila (Pakistán) alrededor del siglo VII adC, entregaba títulos de graduación. La Universidad de Nalanda, fundada en Bihar (India), alrededor del siglo V adC, también entregaba títulos académicos y organizaba cursos de post-grado. En Grecia, Platón fundó La Academia en el año 387 adC.
Las universidades persas y árabes [editar]
Son las universidades persas y árabes las que parecen haber iniciado el proceso que ha dado origen a la universidad moderna. Durante el siglo IV y finales del V funcionan las famosas Escuelas de Edesa y Nisibis, fundadas por sirios cristianos (nestorianos), organizadas como comunidades de maestros, y dedicadas a la exégesis bíblica. En 489, los cristianos nestorianos son expulsados del Imperio Bizantino, por lo que éstos, liderados por Nestorio, Patriarca de Jerusalem, deciden trasladarse a Persia, donde son bien recibido para establecer la Escuela de Medicina de Gondishapur, que se hará famosa en todo el mundo.
Poco después, en 529 Justiniano cierra la Academia de Atenas, profundizando la intolerancia y resistencia hacia los centros de estudios en el Imperio Romano. Entre 637 y 651 los musulmanes árabes derrotan al Imperio Persa de los sasánidas y se apoderan de Gondishapur. A finales del siglo VIII la Escuela de Gondishpur se traslada a Bagdad, donde se reorganizará como el Bayt al Hikma, "la Casa de la Sabiduría", para traducir las obras científicas de médicos y filósofos como Aristóteles, Hipócrates, Galeno y Discórides.
Durante el siglo VIII también aparecen los hospitales que se vincularán estrechamente con las escuelas de medicina, terminando por definir un modelo empirista, laico, tolerante y riguroso de universidad, que dará fama mundial a aquellos establecimientos, e impactarán en el modelo de las primeras universidades europeas.
Existen registros sobre los estrictos exámenes y numerosos cursos para los estudiantes de la Escuela de Medicina del Cairo tenían que aprobar para quedar autorizados a ejercer la medicina.
El nuevo modelo adoptado por las universidades árabes y persas se caracterizó por el rigor en el estudio, y muy especialmente por la investigación y la enseñanza de la medicina. Este modelo inspirará las universidades modernas. Algunas de las más famosas universidades árabes y persas antiguas fueron:
Bagdad (Bayt al Hikma, fundada a fines del siglo VIII): allí enseñó e investigó el famoso sabio Al-Razi (Rhazes) (865-925).
Córdoba (España, fundada en el siglo VIII): allí enseñó e investigó Abulcasis (936 d.C.)
Samarcanda: contaba con un importante observatorio.
Damasco: a partir de la fundación de la Escuela de Medicina en 1158 se convirtió en el centro científico de Siria.
El Cairo (Al-Azhar, fundada en 988): allí enseñaron Maimónides (1135-1204), Ibn Jaldún (1332-1406), entre otros. Ha continuado funcionando ininterrumpidamente hasta nuestros días.
Salerno (Italia, fundada en el siglo X): modelo directo de muchas de las universidades europeas existentes en la actualidad.
Las universidades árabes comienzan a decaer cuando Córdoba cae en poder de los españoles en 1236, y Bagdad cae en poder de los mongoles en 1258. Sin embargo ello no impidió que allí apareciera Ibn Jaldún (1332-1406), definido como el primer sociólogo de la historia y profesor de la Universidad de Al-Azhar (El Cairo).
Las universidades europeas [editar]
Fachada de la Universidad de Salamanca, una de las universidades más antiguas de Europa.
Las más antiguas universidades europeas fueron fundadas por los árabes: la Universidad de Córdoba (España), fundada en el siglo VIII, la Universidad de Salerno (Italia) fundada en el siglo X. Ellas serán el puente entre la universidad árabe y la universidad europea moderna.
A partir de la fundación de la Universidad de Bolonia (Italia) en 1088, donde se enseñó medicina por primera vez. Y bajo la cultura europeo-cristiana, se sucede la fundación de universidades a todo lo largo y ancho del territorio europeo. Las primeras fueron:
Universidad de Oxford (Inglaterra) en 1096;
Universidad de París (Francia) en 1150;
Universidad de Módena (Italia) en 1175;
Universidad de Cambridge (Inglaterra) alrededor de 1208;
Universidad de Palencia (España) en 1212;
Universidad de Salamanca (España) en 1218.
Universidad de Nápoles Federico II (Italia) en 1224. (Más antigua universidad estatal y laica del mundo.)
Las universidades europeas se conformarán como comunidades de maestros y estudiantes. En la Edad Media europea, la palabra universidad (en latín universitas) se utilizaba para designar cualquier gremio corporativo. Tanto podía ser la universidad de los zapateros, como la universidad de los herreros. Cuando se decía “Universidad de Salamanca”, por ejemplo, no era más que una simple abreviatura para designar la “Universidad de los maestros y estudiantes de Salamanca”. Con el tiempo y el uso, la palabra terminó designando los centros de altos estudios.
En la universidad europea germinará lentamente un método de pensamiento científico, así como los descubrimientos y desarrollos científicos y culturales que sostendrán la revolución industrial y la sociedad tecnológica a partir del siglo XVIII. Paralelamente a la expansión mundial de Europa, serán los centros de conocimiento más importantes del mundo hasta el siglo XIX.
Las universidades del Nuevo Mundo [editar]
Luego del descubrimiento de América en 1492, llegaron al nuevo mundo españoles de todos los niveles culturales, incluyendo sacerdotes y laicos con formación universitaria. Las primeras universidades fundadas entonces son la Universidad Autónoma de Santo Domingo en La República Dominicana (1538), la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima (1551) y la Universidad Nacional Autónoma de México en (1551).
Las universidades estadounidenses [editar]
Harvard es una de las más conocidas universidades de Estados Unidos
Algunas universidades estadounidenses utilizan la denominación college (Boston College, Dartmouth College, Canisius College, etc.) o Instituto (Instituto Tecnológico de Massachusetts, Instituto Tecnológico de Georgia, Instituto Tecnológico de California, etc.) en vez de Universidad, aunque no existe diferencia alguna en su contenido.
Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Estados Unidos emergió como superpotencia mundial ante el declive temporal de Europa y la inmigración de miles de intelectuales; así, las universidades norteamericanas tuvieron un desarrollo singular.
Actualmente, Estados Unidos concentra varias de las mejores universidades del mundo, producto de un programa que logra captar a ilustrados profesionales de todo el mundo, debido a su gran poder económico-adquisitivo, llamado la "fuga de cerebros" (brain drain). Aunque el principal objetivo era que los estudiantes estadounidenses afiancen sus conocimientos con los docentes extranjeros, ayudados además por la difusión tecnología avanzada, no se dio el resultado esperado, lo que se demostró en el ofrecimiento de la Ley del Libro en las últimas elecciones presidenciales.
La producción en las ciencias naturales e informáticas se da a un alto nivel en este país, en institutos como el MIT de Massachussets, debido a la rentabilidad que brinda; sin embargo la investigación en aspectos sociales, artísticos, literarios ha quedado notablemente rezagada.


Nuevas demandas y sus consecuencias para la educación superior en América Latina
Trabajo preparado en mayo del año 2002 para el Proyecto de CINDA, en colaboración con IESALC / UNESCO, sobre “Demandas Sociales y sus Implicancias para la Educación Superior”. Apareció publicado en el libro que reúne los resultados finales del Proyecto.
Palabras claves: sistemas, masificación, diferenciación, mercado laboral, información, conocimiento, culturaDownload file
Como resultado de las cambiantes condiciones en que debe desenvolverse, la educación superior latinoamericana se halla frente a un conjunto de nuevas demandas. Este planteamiento constituye, en verdad, el eje central de los más recientes debates y propuestas sobre la reforma de la enseñanza superior en el mundo y, también, en nuestra región.
Según ha dicho Burton Clark, los sistemas nacionales de educación superior se hallan puestos en una encrucijada: no pueden ni retornar a un anterior estado de equilibrio ni alcanzar uno nuevo. “Como actores principales dentro de esos sistemas, las universidades públicas y privadas han ingresado a una época de turbulencias para la cual no se prevé término. La actual encrucijada tiene su origen en un simple hecho: las demandas ejercidas sobre las universidades superan su capacidad de respuesta”.
El presente estudio analiza cinco diferentes contextos de nuevas demandas, que en la práctica operan relacionados entre sí, y el significado o efectos de esas demandas para laEducación superior en la región. Los contextos abordados son los siguientes:
• Nuevas demandas por estudios superiores en el contexto de la masificación educacional;
• Nuevas demandas por cambios en el contexto de información y conocimiento;
• Nuevas demandas ocupacionales;
• Nuevas demandas del contexto de desarrollo;
• Nuevas demandas del contexto cultural.

Plan nacional 2007-2012

3.3 Transformación educativa
El Constituyente de 1917 estableció en el artículo tercero de la Carta Magna el derecho de todos los mexicanos a recibir educación por parte del Estado. La educación pública en México, además de ser gratuita y laica, ha tenido como aspiración preparar a las personas para enfrentar la vida en libertad, partiendo del valor cívico de la responsabilidad, y desarrollando a plenitud las facultades humanas. Entonces, como ahora, corresponde al Estado, junto con la sociedad, trabajar para que se cumpla esa meta.Hacia el último cuarto del siglo XX era evidente que el sistema nacional de educación estaba cerca de alcanzar una cobertura educativa de primaria para casi todos los mexicanos. Las décadas que siguen a la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos atestiguan el esfuerzo del Estado posrevolucionario y de la sociedad por construir un sistema nacional de educación que lograra proveer de este servicio a todos los mexicanos.En 2006, 1.7 millones de maestros brindaron servicios de educación a 32.3 millones de niños y jóvenes en 238 mil escuelas. El sistema extraescolar atendió a 3.7 millones de personas en educación inicial, formación para adultos y servicios semiescolarizados y abiertos. El sistema educativo nacional tiene una enorme complejidad, y sus alcances y límites sólo pueden entenderse mediante un conjunto amplio de indicadores.Ciertamente, se han registrado importantes avances en materia educativa durante los últimos años. Se ha conseguido una cobertura cercana a 100% en educación primaria, y una tasa importante de expansión en secundaria, media superior y superior. Además, se ha fortalecido el sistema educativo a partir de cambios institucionales importantes como la introducción de la Carrera Magisterial en educación básica y los Consejos de Participación Social en las escuelas. Es necesario evaluar y fortalecer éstos y otros instrumentos y políticas de educación, pues los elementos principales de una reforma educativa a plenitud están aún por dar sus resultados más significativos.Aún persisten rezagos de consideración en el sistema educativo nacional. Los más importantes son la falta de oportunidades de gran parte de la población para acceder a una educación de calidad, y a los avances en materia de tecnología e información. Otro reto ligado al anterior es superar la desvinculación entre la educación media superior y superior y el sistema productivo.El rezago en educación básica se estima en más de 30 millones de personas de más de 15 años que no concluyeron, o que nunca cursaron, la primaria o la secundaria. De ellos, la mitad son jóvenes de entre 15 y 35 años. Actualmente los años de escolaridad promedio de las personas entre 15 y 24 años es de 9.7. Nos proponemos alcanzar al final del sexenio un promedio de 12.5 años.El nivel nacional de analfabetismo es de 7.7%, aunque con notables variaciones entre los estados de la República. Por ejemplo, mientras en Baja California el porcentaje de población analfabeta es de 1%, en Chiapas es de 18.9%.Un indicador relevante para entender el problema de la calidad educativa es el desempeño de estudiantes de primaria y secundaria. Éste continúa siendo muy bajo en lo referente a la comprensión de lectura, la expresión escrita y las matemáticas. Además, la brecha en calidad entre escuelas
públicas y privadas sigue siendo considerable. Las pruebas EXCALE y ENLACE, aplicadas por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la Secretaría de Educación Pública (SEP), muestran que la condición socioeconómica de los estudiantes es el factor que más se relaciona con el nivel de logro educativo.Así, las escuelas urbanas presentan niveles de logro sistemáticamente más elevados que las telesecundarias o las escuelas de educación indígena. Las escuelas privadas alcanzan calificaciones mejores a las logradas por las escuelas públicas. Por su parte, los alumnos de telesecundaria, educación comunitaria e indígena son quienes obtienen los puntajes más bajos.Esta disparidad en la calidad educativa es de especial importancia pues, actualmente, las instituciones públicas de educación básica atienden al 87% de los estudiantes, mientras que sólo 13% tiene acceso al sistema de educación privada, en donde, además de tener un mejor desempeño en el aprendizaje, la posibilidad de cursar materias extracurriculares relacionadas con el deporte, el arte, la cultura y los idiomas, propicia una formación más integral.Durante 2006, el sistema educativo nacional atendió al 73% de la demanda en el país, lo cual contrasta favorablemente con el 59.7% logrado en 1992. No obstante, la cobertura presenta grandes diferencias por nivel educativo.En 2006, la mayor cobertura se logró en educación básica: la preescolar, con 66.9%; la primaria, con 94.1% y la secundaria con 87%.Actualmente, la educación media superior atiende a cerca de tres quintas partes de la población de 16 a 18 años, es decir, 58.6%; si bien la matrícula en este nivel educativo ha crecido notablemente, su eficiencia terminal en 2006 fue de 60.1%.Por su parte, la educación superior sólo capta a uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 22 años de edad. De éstos, la gran mayoría, cerca del 94%, estudia licenciatura o sus equivalentes, y aproximadamente el 6% cursa estudios de posgrado.Una comparación con otros países que, como México, integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestra que, si bien es satisfactorio el avance de la matrícula en educación primaria, el de los demás niveles es insuficiente. Mientras que en México 77% de la población en edad de trabajar tiene solamente escolaridad básica, en los países de la OCDE este promedio es de 30%. Asimismo, mientras que en México 23% de la fuerza laboral tiene estudios superiores a la secundaria, en los otros países miembros de la Organización 67% tiene niveles educativos de preparatoria y mayores.En 2006, la educación superior en México alcanzó una cobertura del 25%. Comparativamente, en el mismo año las tasas de matriculación de Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Canadáy Japón, más allá de la preparatoria, fueron de 82, 63, 60, 57 y 54%, respectivamente.La escasa matrícula en educación superior obedece a rezagos e ineficiencias en los niveles previos, a la pobreza de las familias y a las características propias de las instituciones
de educación superior. En México, muchas instituciones de educación superior trabajan por debajo de su capacidad, ya que la demanda educativa está muy concentrada.El 50% de los estudiantes se inscribe en áreas de ciencias sociales y administrativas, en contraposición con las ciencias agropecuarias, naturales y exactas, en las que se observa una disminución en la matrícula.Esta concentración también tiene una importante dimensión regional, ya que tan sólo siete estados concentran la mitad de la matrícula y 40% de ésta es atendida por sólo diez instituciones de educación superior.A pesar de que las instituciones con mayor crecimiento han sido las universidades tecnológicas y politécnicas —se crearon 85 durante el periodo 2001-2006—, su matrícula no registra un aporte sustantivo a la cobertura de la educación superior. Se estima que con la infraestructura actual, insuficientemente aprovechada, se podrían atender entre 300 y 380 mil estudiantes más, lo que equivaldría a incrementar la cobertura entre 3 y 4%.En educación superior no existen evaluaciones sistemáticas para medir los logros académicos de los estudiantes. Sin embargo, se estima que la eficiencia terminal en educación superior oscila entre 53 y 63%, según el tipo de programa, y puede llegar a ser de hasta 87% en los programas de investigación avanzados.Por otra parte, el hecho de alcanzar los niveles de escolaridad más altos no garantiza que los estudiantes se incorporen, una vez graduados, al mundo del trabajo. Ello habla de manera elocuente del problema de la falta de vinculación entre la educación superior y el mercado laboral. México requiere que todos los jóvenes que así lo deseen puedan tener acceso a educación superior de calidad, y también que los contenidos y métodos educativos respondan a las características que demanda el mercado laboral.Una de las razones que explican la baja matriculación y la deserción de los alumnos de educación superior es, precisamente, la falta de confianza en que los años invertidos en la educación mejoren efectivamente sus oportunidades de éxito en el mercado laboral y se traduzcan en un aumento significativo en su nivel de ingreso. Otra explicación es la necesidad de ellos y de sus familias de obtener recursos económicos desde temprana edad. No existen suficientes programas que faciliten el ejercicio simultáneo de estudio y trabajo, particularmente entre los 15 y los 29 años, etapa del desarrollo en el que numerosos mexicanos, en su mayoría varones, abandonan sus estudios para trabajar.El rezago educativo de la juventud impide avanzar con un mejor ritmo en lo referente a crecimiento económico y superación de la pobreza. Este rezago afecta el logro de otros objetivos nacionales como el apego a la legalidad, que debería ser cultivado como parte integral de la formación en las sucesivas etapas de la educación de los jóvenes.La infraestructura educativa también presenta atrasos y desigualdades entre los distintos niveles. Por ejemplo, sólo poco más de la mitad de los planteles de secundaria se encuentra en nivel óptimo; en primaria, 14% de las escuelas presentan cuarteaduras en sus edificaciones. Las telesecundarias se encuentran en condiciones poco operativas: menos de cuatro de cada diez cuentan con salón de cómputo y biblioteca, y la proporción de escuelas que tienen laboratorios de física, química y biología es todavía menor.El sistema de educación indígena presenta severas deficiencias en la calidad de los servicios, que se traducen en bajos niveles de eficiencia terminal y resultados claramente inferiores a los promedios nacionales. Las dificultades que se presentan en el sector tienen que ver con la escasez de maestros bilingües, la presencia de alumnos que hablan diferentes lenguas en un mismo grupo, así como con el aislamiento y la marginación de las comunidades donde habitan.Un problema adicional, que apenas comienza a ser atendido, es la educación de niños y jóvenes indígenas que han emigrado con sus familias, por razones económicas, a estados donde antes prácticamente no existía población indígena, como Nuevo León, ZZacatecas, Aguascalientes, Coahuila, Baja California Sur y Tamaulipas.Otros problemas del sistema nacional de educación apuntan a factores de organización como son el mecanismo de control vertical, el enorme peso de su burocracia y el insuficiente impulso que se ha dado al mejoramiento de la calidad del trabajo y de vida de los maestros y el personal directivo y auxiliar. En efecto, aún sigue siendo una realidad que el sistema escolar da mayor énfasis los aspectos administrativos del proceso educativo en lugar de los factores de aprovechamiento académico.
En 2006, México gastó en educación 622.4 miles de millones de pesos, equivalentes a 7.1% del PIB. Sin embargo, 90% de los recursos se destinó al gasto corriente, lo que significa que el monto disponible para inversión e innovación es significativamente pequeño en comparación con las necesidades de cambio cualitativo que presenta el sistema educativo.Junto con el logro de la cobertura, es necesario alcanzar niveles de calidad más altos. Debe promoverse el mejoramiento educativo para dotar a niños y jóvenes de una formación sólida en todos los ámbitos de la vida, incluidos el buen desempeño en el trabajo, la plena participación social y política y el valor de la realización personal. El sistema educativo nacional requiere de una significativa transformación basada tanto en el mejoramiento material y profesional de los maestros, como en el énfasis en el logro de los aprendizajes y el fortalecimiento en la capacidad de decisión en las escuelas, bajo la plena cooperación de padres de familia y alumnos.La principal riqueza de un país son sus hombres y sus mujeres. Las naciones que han logrado el verdadero mejoramiento de las condiciones de vida de su población se distinguen por haber puesto especial atención en la provisión de una educación de calidad, relevante tanto para la vida como para el desempeño en el mundo productivo.Es por eso que hoy, en un mundo cada vez más competitivo, todos los actores sociales, incluidos el gobierno, los maestros y los padres de familia coinciden en que el conocimiento se ha transformado en el factor más importante para incrementar la competitividad del país. Por ello, uno de los objetivos fundamentales de este Plan Nacional de Desarrollo es fortalecer las capacidades de los mexicanos mediante la provisión de una educación suficiente y de calidad. Se trata de concentrar los esfuerzos nacionales en el logro de una profunda transformación educativa mediante la cual los mexicanos de hoy tomen en sus manos el destino de la nación y consigan para las generaciones futuras la realización de un México que alcanza lo que se propone.Para lograr el fortalecimiento del gasto educativo, su redistribución y el mejoramiento integral del sistema, se requiere de un firme compromiso de las instituciones públicas de los ámbitos federal, estatal y municipal, del magisterio organizado, de los padres de familia, así como de nuestros niños y jóvenes. Sólo partiendo de una base unificada de esfuerzo colectivo se alcanzará la transformación educativa que requiere un verdadero Desarrollo Humano Sustentable.Los objetivos y estrategias que se exponen a continuación se encaminan a mejorar las oportunidades de educación para la niñez y la juventud de México, poniendo especial atención a los sectores de población menos favorecidos.OBJETIVO 9Elevar la calidad educativa.La calidad educativa comprende los rubros de cobertura, equidad, eficacia, eficiencia y pertinencia. Estos criterios son útiles para comprobar los avances de un sistema educativo, pero deben verse también a la luz de el desarrollo de los alumnos, de los requerimientos de la sociedad y de las demandas del entorno internacional. Una educación de calidad entonces significa atender e impulsar el desarrollo de las capacidades y habilidades individuales, en los ámbitos intelectual, afectivo, artístico y deportivo, al tiempo que se fomentan los valores que aseguren una convivencia social solidaria y se prepara para la competitividad y exigencias del mundo del trabajo. Estos aspectos se trabajan de manera transversal en los diferentes niveles y grados de la educación y en los contextos sociales desiguales de los diversos educandos y se observan también en el balance entre información y formación y entre enseñanza y aprendizaje.Por eso las estrategias que se exponen a continuación tienen el propósito de contribuir a dar un salto cualitativo en los servicios educativos que se prestan para todos los niveles de instrucción. ESTRATEGIA 9.1 Impulsar mecanismos sistemáticos de evaluación de resultados de aprendizaje de los alumnos, de desempeño de los maestros, directivos, supervisores y jefes de sector, y de los procesos de enseñanza y gestión en todo el sistema educativo La evaluación es una de las herramientas más poderosas para mejorar la calidad de la educación, como se ha comprobado en todos los países que han logrado elevar el desempeño de sus sistemas educativos. La evaluación con métodos probados internacionalmente es, sin duda, el mejor camino para asignar estímulos tanto a las escuelas como al personal docente. Por ello, se realizarán evaluaciones anuales de aprendizaje en las áreas de matemáticas y español para estudiantes de primaria, secundaria y de educación media superior. Los resultados de estas evaluaciones serán públicos y estarán disponibles para todos los ciudadanos. Como parte de esta estrategia, se procurará que las instituciones de investigación y de educación superior incorporen valoraciones objetivas en sus sistemas curriculares. Asimismo, la educación media superior contará con un sistema de evaluación integral que estará a cargo de comités técnicos de expertos en educación. El propósito es fortalecer la evaluación como un instrumento para la rendición de cuentas que permita mejorar de forma objetiva y lograr la calidad educativa que el país necesita y merece. Se fortalecerá la cultura de la evaluación en todos los medios relacionados con la educación, para lo cual se desarrollarán actividades de capacitación para realizar evaluaciones, así como para interpretarlas y utilizarlas. Asimismo es importante establecer herramientas que arrojen información sobre el desempeño del personal docente y que permitan a éstos detectar sus áreas de oportunidad.ESTRATEGIA 9.2 Reforzar la capacitación de profesores, promoviendo su vinculación directa con las prioridades, objetivos y herramientas educativas en todos los niveles.Se fortalecerán los programas de capacitación de la planta magisterial, de manera que se pueda contar con más profesores certificados y comprometidos con la docencia en todos los niveles educativos.Como parte de esta estrategia, se impulsará un sistema para el registro de aspirantes a ocupar cargos directivos de plantel de educación media superior, con el propósito de contar con un proceso de selección transparente que garantice la calidad en gestión educativa escolar en el plantel, así como el desarrollo con calidad de los actores dentro del plantel.La intención es fortalecer las capacidades de los maestros para la enseñanza, la investigación, la difusión del conocimiento y el uso de nuevas tecnologías, alineándolas con los objetivos nacionales de elevación de la calidad educativa, estímulo al aprendizaje, fortalecimiento de los valores éticos de los alumnos y transmisión de conocimientos y habilidades para el trabajo, principalmente. Para ello se diseñarán acciones específicas dirigidas a robustecer la formación inicial y la capacitación continua del personal docente, estableciendo un mecanismo anual de rendición de cuentas sobre las áreas de capacitación de los maestros, por plantel escolar a niveles primaria, secundaria y educación media superior.ESTRATEGIA 9.3 Actualizar los programas de estudio, sus contenidos, materiales y métodos para elevar su pertinencia y relevancia en el desarrollo integral de los estudiantes, y fomentar en éstos el desarrollo de valores, habilidades y competencias para mejorar su productividad y competitividad al insertarse en la vida económica.Es impostergable una renovación profunda del sistema nacional de educación para que las nuevas generaciones sean formadas con capacidades y competencias que les permitan salir adelante en un mundo cada vez más competitivo, obtener mejores empleos y contribuir exitosamente a un México con crecimiento económico y mejores oportunidades para el desarrollo humano.La educación es un gran motor para estimular el crecimiento económico, mejorar la competitividad e impulsar la innovación. Para esto, los programas de estudio deben ser flexibles y acordes a las necesidades cambiantes del sector productivo y a las expectativas de la sociedad. Los métodos educativos deben reflejar el ritmo acelerado del desarrollo científico y tecnológico y los contenidos de la enseñanza requieren ser capaces de incorporar el conocimiento que se genera constantemente gracias a las nuevas tecnologías de información.Se implementarán mecanismos que favorezcan un verdadero desarrollo curricular, mediante el cual las escuelas, docentes y directivos jueguen un papel más activo y aprovechen de manera eficiente y eficaz los recursos didácticos disponibles.Se establecerán mecanismos para que los ciudadanos puedan aportar sus propuestas sobre los contenidos de los libros de texto.Como parte del seguimiento a las recomendaciones del INEE, se revisará la se cuenciación de contenidos para la enseñanza de la lengua y las matemáticas en primaria y secundaria, y se corregirán las inconsistencias que actualmente afectan el logro de aprendizaje en estas materias.Por lo que toca a la educación media superior, se rediseñarán los planes de estudio para que los alumnos cuenten con un mínimo de las capacidades requeridas en este nivel, y les permita transitar de una modalidad a otra.ESTRATEGIA 9.4. Fortalecer el federalismo educativo para asegurar la viabilidad operativa del sistema educativo mexicano a largo plazo, promoviendo formas de financiamiento responsables y manteniendo una operación altamente eficiente.En coordinación con las autoridades educativas estatales, se establecerá un foro de análisis de las acciones emprendidas en la descentralización educativa y se impulsarán mecanismos para compartir las innovaciones locales a nivel federal.La inversión federal en infraestructura y servicios educativos se programará bajo criterios de equidad entre las regiones más rezagadas y las que han alcanzado mayor desarrollo.Asimismo, en la asignación de recursos se aplicará el criterio de impulsar la elevación de calidad en los procesos educativos, con la que también deben comprometerse los gobiernos de las entidades federativas. Para fortalecer esta estrategia, la Subsecretaria de Educación Media Superior ha impulsado el Fondo de Infraestructura bajo tres modalidades descritas en el objetivo 10. El nuevo esquema debe impulsar la equidad, la transparencia, la responsabilidad y la eficiencia en el uso de los recursos públicos; de igual forma, debe ser un mecanismo para favorecer una participación más democrática en la toma de decisiones del sector sobre la base firme de las responsabilidades financieras compartidas.OBJETIVO 10Reducir las desigualdades regionales, de género y entre grupos sociales en las oportunidades educativas.Invertir más en educación es imprescindible para elevar la calidad educativa. También lo es llevar los servicios educativos a donde más se necesitan. No basta con tener una escuela cerca de una comunidad; se necesita un entorno económico y familiar favorable para ingresar y mantenerse en ella. En un país como México, caracterizado por elevados contrastes entre las familias y entre las regiones, es necesario apoyar a los estudiantes más rezagados de modo que estén en condiciones de aprovechar las oportunidades que ofrece la educación. Propiciar la igualdad de oportunidades educativas entre las dimensiones personal y regional es el objetivo de las siguientes estrategias:ESTRATEGIA 10.1 Modernizar y ampliar la infraestructura educativa, dirigiendo las acciones compensatorias a las regiones de mayor pobreza y marginación.Se dará un nuevo impulso a la inversión en infraestructura, equipamiento, ampliación, mantenimiento y acondicionamiento de escuelas, bajo criterios de equidad social y regional, en coordinación estrecha con las autoridades locales. Se impulsará la participación de los padres de familia y de las comunidades en las acciones destinadas a la conservación y mantenimiento de los espacios escolares, vinculando, en cada plantel, la entrega de apoyos para mejoramiento de infraestructura a la consolidación de Consejos Escolares de Participación Social.Por lo anterior, el Fondo de Infraestructura en Educación Media Superior contará con tres modalidades: 1) ampliación y equipamiento de planteles, 2) construcción de nuevos planteles, y 3) inversión en innovación, con recursos asignables según una fórmula de infraestructura que toma en cuenta tres componentes: rezago, eficiencia y presión demográfica.ESTRATEGIA 10.2 Ampliar las becas educativas para los estudiantes de menores recursos en todos los niveles educativos.Las condiciones de pobreza originan que numerosas familias no lleven a sus hijos a las escuelas, o que, quienes ya han ingresado, tengan que abandonar sus estudios para contribuir al sostenimiento familiar. De ahí que la presente administración tenga el compromiso de apoyar mediante becas a los niños y jóvenes de estas familias para que asistan a la escuela, así como para evitar su deserción y facilitar su acceso a los niveles educativos siguientes, incluso sosteniendo la beca que ya han disfrutado. El actual sistema de becas ha concedido, correctamente, mayor importancia al otorgamiento de apoyos en el nivel básico. Ha llegado el momento de ampliar este programa a los niveles medio superior y superior, incluyendo a los estudiantes de menores ingresos para estimular su logro académico, con mecanismos transparentes y de corresponsabilidad de los beneficiarios.ESTRATEGIA 10.3 Fortalecer los esfuerzos de alfabetización de adultos e integrar a jóvenes y adultos a los programas de enseñanza abierta para abatir el rezago educativo.Si bien en los últimos años se ha logrado reducir significativamente el analfabetismo, esta deficiencia sigue presentándose de manera muy acentuada en varios estados de la República, tanto en el medio rural así como entre los pueblos y comunidades indígenas. Quien no sabe leer ni escribir añade a su situación de pobreza el enorme riesgo de jamás poder salir de ella. Por ello se dará un impulso renovado a los programas de alfabetización, así como a la educación básica para jóvenes y adultos fuera de edad escolar a través de los sistemas escolarizados y no escolarizados. Se estimulará una más amplia participación social en las tareas de combate al rezago educativo.ESTRATEGIA 10.4 Promover una mayor integración, tanto entre los distintos niveles educativos, como dentro de los mismos, para aumentar la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo.Por mucho tiempo, la especialización y la descentralización del sistema educativo nacional han propiciado un crecimiento fragmentado, en el que, por ejemplo, un alumno de bachilleratoencuentra problemas para cambiarse a una vocacional o preparatoria tecnológica, o a un estudiante de una escuela federal le puede resultar difícil moverse a una estatal o a una privada, y viceversa, aún tratándose del mismo nivel educativo.La Subsecretaría de Educación Media Superior ha comenzado el rediseño los planes de estudio para que los alumnos cuenten con un mínimo de capacidades requeridas en este nivel (tronco común) que les permita transitar de una modalidad a otra.Las distintas modalidades de la educación básica, media superior y superior, también pueden acarrear obstáculos para la continuidad de estudios entre un nivel y otro. Por eso se trabajará en una profunda revisión de las normas del sistema educativo nacional con la participación de los tres órdenes de gobierno, las instituciones de educación, los maestros, las familias y la sociedad en su conjunto, para dar más posibilidades de movilidad a los estudiantes y, con ello, de permanencia en la escuela. El intercambio de estudiantes y el establecimiento de redes de colaboración del conocimiento son alternativas que habrán de explorarse, como parte de la estrategia.
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Resumen: La educación superior en el siglo XXI nos presenta varios escenarios: unos de carencias, otros de logros y otros más de retos en un futuro inmediato. Analizarlos es una encomienda de todos los que de una manera u otra tenemos que ver con la educación superior en el mundo o en un determinado país, estado o provincia, región y ciudad. Formular propuestas de solución a los problemas, aprovechar al máximo los logros conseguidos y enfrentar con dedicación los retos de la educación superior es nuestra máxima encomienda.

La razón de ser y los fines de la educación superior se pueden analizar desde las premisas ontológicas, epistemológicas y axiológicas, las cuales caracterizan el ser de la educación superior según los principios e ideales del hombre y su proceso histórico-cultural para su realización material y espiritual en el mundo; asimismo hacen alusión a los factores, acciones y parámetros en la producción de conocimientos mediante la creatividad y el sentido crítico; finalmente los valores, los principios éticos y las normas morales que deben regir la práctica educativa.El desarrollo de una educación superior humanista debe llevarse a cabo mediante una formación integral de la persona, independientemente de sus preferencias vocacionales y sus metas profesionales. Un desarrollo armónico de las capacidades físicas, intelectuales, afectivas y morales debe propiciar su plena realización como sujeto autónomo, responsable, activo y solidario con la sociedad.?El conocimiento es un proceso complejo? constituye una actividad múltiple e incesante que en cada caso hace acopio de los avances de la experiencia humana y responde a los problemas, intereses y demandas preponderantes de la vida social?. En la producción del conocimiento intervienen el entendimiento, la observación, la imaginación, la voluntad, la memoria, la reflexión y la afectividad. El conocimiento también es colectivo, intersubjetivo y social. El conocimiento científico y tecnológico es producto de un trabajo colectivo. La educación superior debe capitalizarlo como un vehículo de unión y diálogo constructivo entre los académicos y la sociedad civil. La docencia y la investigación en educación superior están cada día más unidas mediante equipos interdisciplinarios de trabajo.La educación encarna el conjunto de valores que dan sentido a la existencia humana, es un ejercicio de valores morales, civiles y culturales. Éstos deben explicitarse en las actitudes y conductas de los educandos. Entre ellos están la verdad, el bien común, la cultura, la vida, la naturaleza, el progreso material y espiritual de la humanidad, el arte, la bondad, la solidaridad, el respeto a las diferencias, la participación, la congruencia, la comunicación, la equidad social, la identidad, el amor hacia lo propio, la democracia, la libertad, la autonomía, la independencia, la justicia, la tolerancia, la convivencia armónica, la lealtad y la convivencia pacífica, entre otros. La formación profesional en la actualidad busca la práctica, la especialidad y la competencia para participar en un mundo cambiante y globalizante; busca un individuo equilibrado en la teoría y la práctica.Hay dos tendencias actualmente, a saber, la interrelación de las economías trasnacionales que van más allá de las economías de los estados y la influencia de las tecnologías informáticas en la distribución, compra y consumo de bienes y servicios de toda índole. Estas tendencias han cambiado radicalmente la visión del mundo, las relaciones, las conciencias y por ende los sistemas educativos.En el ámbito de la economía los efectos más notorios son el empleo y el desempleo en los países dependientes o maquiladores, las constantes crisis financieras propiciadas por los capitales ?golondrinos?, la migración de los países pobras a los países desarrollados, originando modificaciones demográficas y problemas sociales de integración cultural, xenofobia y exclusión.?El desarrollo científico y tecnológico generado en los últimos cincuenta años le plantea al sistema educativo y a la educación superior, nuevos retos que será necesario enfrentar con una nueva visión estratégica y con los suficientes fundamentos para resolverlos?. En los próximos veinte años la educación superior tendrá que superar la tradicional formación para el empleo que implica una formación a corto plazo, por otra formación para el trabajo en formas distintas.Este siglo propicia el surgimiento de nuevas ideas para la organización y operación de la educación superior, principalmente en sus tres áreas sustantivas: la docencia, la investigación y la extensión educativa y la difusión de la cultura. Sin embargo, el problema no radica en la carencia de ideas y de estrategias, sino en la voluntad y la capacidad de los integrantes de las instituciones educativas para cambiar y estar acordes a los nuevos tiempos.?Los espacios educativos deberán de convertirse en los medios para crear y recrear nuevas formas de relaciones sociales ligadas al reconocimiento de la diversidad, la interculturalidad y la equidad, así como el espacio en donde la creatividad sustituya al consumo infinito de información.? Entre las tendencias mundiales de la educación superior se pueden vislumbrar, entre otras, la expansión y la diversificación, producto del aumento de la demanda; la inequidad en el acceso a la educación superior, pues en los países desarrollados dicha demanda está cubierta, mientras que en los países en desarrollo no es satisfactoria la atención; la incorporación de la mujer a la educación superior aunque todavía relegada a ciertas carreras humanísticas principalmente; finalmente los recursos económicos insuficientes.Entre las tendencias nacionales de la educación superior se pueden contemplar las siguientes: la disparidad en la distribución, ya que se concentra principalmente en los centros urbanos de los estados más desarrollados económicamente, sobre todo para los estudios de posgrado; privatización poco regulada, lo cual origina deficiencias en la calidad de los servicios educativos; desequilibrio en la matrícula, sobrecargada en las carreras económico-administrativas y las legales; incongruencia entre la oferta de carreras y el mercado de trabajo, producto de la falta de vinculación entre las empresas y las instituciones educativas.

Revista Mexicana de Orientación Educativa
N° 2, Marzo 2003-Junio 2004

Tendencias de la Matrícula de Educación Superior en México
Guadalupe Escamilla Gil *

Resumen: El tema central del presente artículo es la situación actual de la matrícula de educación superior en México y su proyección al año 2006. Primero se señalan algunas cifras que sirven como elementos para caracterizar la universidad mexicana; al mismo tiempo, se pretende realizar un bosquejo rápido de la situación prevaleciente en la educación superior, desde una perspectiva de limitaciones y deficiencias. Finalmente, se pasa a presentar su posible expansión al año 2006 y las tendencias observadas.

En 2006 todas las entidades federativas tienen previsto atender “con calidad” la demanda social creciente de educación superior que será, según las metas del Programa Nacional de Educación 2001-2006, de cerca de 2 millones 800 mil alumnos, equivalente a una tasa de cobertura del 28 por ciento (IFIE, s/f). Sin embargo, las deficiencias y problemas que presenta actualmente la matrícula de educación superior, señalan que difícilmente se podrá cumplir con esa meta si continúan las tendencias inerciales y si no se hace un esfuerzo extraordinario en modificarlas.
Escasa diversificación de los perfiles institucionales
Según el Instituto de Fomento e Investigación Educativa, IFIE, en el ciclo escolar 1999-2000, los Servicios de Educación Superior fueron prestados en 1,293 instituciones (1,576 unidades académicas); 558 públicas y 735 particulares, las cuales pueden agruparse en cinco subsistemas principales: El subsistema de universidades públicas estuvo integrado por 45 instituciones, considerando sólo las unidades centrales, las cuales realizan las funciones de docencia, investigación y extensión de la cultura y los servicios. En este subsistema se realizó más del 50 por ciento de la investigación en México y se atendió al 52 por ciento de los estudiantes de la licenciatura y al 48 por ciento de los de posgrado. El subsistema de educación tecnológica lo conformó un total de 182 instituciones que en conjunto atendió al 19 por ciento de la matrícula de licenciatura y al 6 por ciento del posgrado. De las 182 instituciones, 102 son coordinadas por el Gobierno Federal. Las 80 instituciones restantes son institutos tecnológicos descentralizados de los gobiernos estatales.
El subsistema de universidades tecnológicas 1 lo conformaron 43 instituciones públicas que operan como organismos descentralizados de los gobiernos estatales. En conjunto atendieron a un poco más del 2 por ciento de la matrícula de educación superior. El subsistema de otras instituciones públicas agrupó a 68 instituciones no comprendidas en los conjuntos anteriores y atendió al uno por ciento de la población total de licenciatura y al 7 por ciento de la de posgrado. El subsistema de instituciones particulares estuvo integrado por 598 organismos sin incluir las escuelas normales (168 universidades, 171 institutos y 259 centros, escuelas y otras instituciones) En el nivel de licenciatura este subsistema atendió al 27 por ciento de la matrícula y en el posgrado al 36 por ciento. El subsistema de educación normal 2 estuvo compuesto por 357 escuelas, de las cuales 220 son públicas y 137 particulares, las cuales atendieron al 11 por ciento de la población escolar de educación superior del país. Cabe hacer notar que de las 1,576 unidades académicas que conforman el sistema, 1,368 tienen como misión la transmisión del conocimiento y su oferta está compuesta por programas exclusivamente a nivel licenciatura. Lo anterior evidencia una escasa diversificación de los perfiles de las instituciones que conforman el sistema de educación superior, lo que constituye una de sus debilidades. (IFIE: s/f)
Descenso de las Instituciones Públicas de Educación Superior
Actualmente, los servicios de educación superior son prestados en 1,860 instituciones, 745 públicas y 1,115 particulares. Las cuales son agrupadas por la ANUIES de la siguiente manera: 400 centros, 62 colegios, 454 escuelas, 531 institutos y 413 universidades (ver Cuadro Nº 1).

CUADRO Nº 1 Instituciones de Educación Superior en el país (2002-2003)
Fuente: Anuario Estadístico de ANUIES 2003


En el ciclo escolar 2002-2003 la educación superior alcanzó una matrícula escolarizada de 2 millones 147 mil 075 estudiantes, de los cuales 82.4 por ciento cursa la licenciatura (1 millón 768 mil 453 alumnos); 2.9 por ciento el nivel Técnico Superior (62 mil 049); 8.6 la Educación Normal (184 mil) y 6.2 el posgrado (132 mil 473). Del total de la matrícula que cursa la licenciatura, el 68.5 por ciento de los estudiantes asiste a escuelas públicas y el 31.5 por ciento a escuelas privadas (ANUIES, 2003).
Entre 1981 y 2003, la matrícula de licenciatura en las instituciones de educación superior en el sector privado pasó de 118 mil 999 estudiantes a 644 mil 832, lo que representa un incremento acumulado de 441 por ciento, de tal manera que el universo estudiantil de las universidades privadas pasó de representar 15 por ciento en 1981 a 31.5 por ciento en 2003. En contraste, la matrícula en las instituciones públicas cayó de 85 por ciento en 1981 a 68.5 por ciento en 2003.
A pesar del crecimiento de la matrícula de educación superior en el sector privado, las cifras que presentamos en el siguiente Cuadro nos demuestran que la educación superior pública ha tenido y sigue teniendo un papel relevante en el país.

Cuadro Nº 2: Población Escolar de Licenciatura Universitaria y Tecnológica por Régimen
Fuente: Anuarios Estadísticos de ANUIES


La distribución territorial de la matrícula: desigual e ineficiente
Otro aspecto importante que hay que considerar es que el 50 por ciento de la matrícula de educación superior se concentra en sólo 5 entidades del país: el Distrito Federal y los estados de México, Jalisco, Nuevo León y Puebla. El Distrito Federal es la entidad privilegiada con 20.5 por ciento de la matrícula nacional; después se ubican el estado de México con 8.8 por ciento; Jalisco con 6.5 por ciento; Nuevo León con 5.8 por ciento y Puebla con 5.5 por ciento. El resto de los estados tienen tasas bajas de participación, como ocurre con Tabasco, cuya matrícula representa apenas el 2 por ciento de la nacional; Zacatecas 0.9 por ciento y Baja California Sur 0.4 por ciento (SEP-SESIC,2001).
“Al igual que en otros muchos aspectos de la vida nacional, la educación superior padece el fenómeno de la centralización. Esta situación no es reciente, viene presentándose desde hace mucho tiempo y responde a condiciones tanto del sistema educativo como de la propia economía nacional, y en ella inciden, además factores de orden social y cultural” (Rangel, 1976:42). Sin embargo, podemos observar en el Cuadro Nº 3 un proceso de desconcentración de la matrícula de 1950 a 2000.
De acuerdo a Ríos Ferruzca, la segunda mitad del siglo XX —como resultado de la ampliación de la oferta educativa, vista como la creación de nuevas instituciones, el crecimiento de las existentes, con la apertura de nuevas carreras­­— registró notables avances en la desconcentración de la matrícula de licenciatura universitaria y tecnológica del Distrito Federal hacia los estados. Para los años 1950 y 1960 la proporción de los estudiantes atendidos en la capital del país fue del 68 por ciento, mientras en los siguientes años se observaron disminuciones significativas. Así, tenemos que en 1970 se reduce a 52.7 por ciento; en 1980 a 29.8 por ciento; en 1990 a 23.4 por ciento y en el año 2000 a 20.5 por ciento (Ríos, s/f).

CUADRO Nº 3: La desconcentración de la población escolar de licenciatura del D.F.
1950-2000
Nota: Se incluye sólo alumnos de Licenciatura Universitaria y tecnológica
Fuente: Anuario Estadístico de ANUIES


A lo largo de estos 50 años la mayor desconcentración se dio en el periodo 1970-1980; un factor que favoreció esta situación fue la creación de instituciones: el número de institutos tecnológicos regionales se incrementó de 19 a 48 establecimientos, se ampliaron y diversificaron las carreras en más de 100 por ciento y la matrícula escolar se incrementó en más de 300 por ciento (Hernández, 1976). En paralelo a la creación de este tipo de instituciones aumentaron significativamente los recursos económicos canalizados a las universidades públicas, luego de un período de limitaciones presupuestales en los años sesenta. Ello permitió la creación, desarrollo y transformación de algunos institutos o centros a universidades. Se fundaron en los estados 6 universidades: la Universidad Autónoma de Baja California Sur, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la Universidad Autónoma de Chiapas, la Universidad Autónoma de Tlaxcala, y la Universidad Autónoma de Occidente (ANUIES, 2000). En esta expansión jugaron un papel importante las instituciones particulares, creándose en dicho periodo, entre otras, la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (1973), la Universidad del Noroeste (1979) y la Universidad Valle de Bravo (1976). En resumen, el número de instituciones, incluyendo las unidades desconcentradas o campus, pasó de 95 a 235 planteles (Ríos, s/f).
En el Diagnóstico del sistema de educación superior del Programa Nacional de Educación 2001-2006 se apunta que aunque la diversificación de la oferta educativa ha sido significativa en los últimos años, “su distribución territorial es desigual y es aún insuficiente en los campos del conocimiento para atender la demanda de profesionales calificados en las diversas regiones del país” (SEP, 2001: 189)
Sobredemanda en el área de Ciencias Sociales y Administrativas
Otro de los problemas es que el 49 por ciento de la demanda estudiantil de licenciatura universitaria y tecnológica se concentra en el área de Ciencias Sociales y Administrativas, especialmente en las carreras de Derecho, Contabilidad y Administración. En contraste, las áreas de Ciencias Naturales y Exactas, que absorben el 2 por ciento de la demanda, así como la de Ciencias Agropecuarias con el 2.5 por ciento, muestran signos preocupantes de decrecimiento de la matrícula, a pesar de que son áreas de gran importancia para el desarrollo nacional. Por otra parte, existen dos áreas cuyo crecimiento es consistente, en términos generales, con las recomendaciones de las políticas de planeación y coordinación: el área de ingeniería y tecnología que ha incrementado gradualmente su participación y ahora atiende a 33 por ciento y el área de ciencias de la salud, que atiende a 9 por ciento. El crecimiento ordenado de esta última es producto de la coordinación intersectorial que opera desde hace más de diez años entre la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud y las instituciones educativas (ver Cuadro Nº 4).

Cuadro Nº 4: Matrícula de Licenciatura en las IES por Área de Conocimiento
Fuente: Anuarios Estadísticos de ANUIES


Estas cifras demuestran que la educación superior está favoreciendo el crecimiento de los servicios, del sector terciario, en lugar de propiciar el desarrollo de las actividades primarias y de transformación. Por otro lado, es importante reconocer que en la conformación de la oferta educativa del nivel superior no se considera plenamente el comportamiento del mercado de trabajo ni las perspectivas reales de empleo, que deberían servir de base para orientar la demanda.
La sobredemanda en esta área de conocimiento se ve reflejada en la demanda de ingreso a nivel licenciatura en la UNAM, donde se encuentran saturadas las carreras de Ciencias Sociales. En el ciclo escolar 2002-2003, de los casi 80 mil aspirantes -tanto del sistema escolarizado como del sistema abierto- que realizaron su examen, el 41.16 por ciento eligió una carrera del área de Ciencias Sociales: Derecho, Administración, Ciencias de la Comunicación, Contaduría y Relaciones Internacionales.
Las estadísticas revelan que quienes se apuntaron para el concurso de selección a alguna de Ciencias Biológicas y de la Salud: Medicina, Psicología y Odontología, sumaron el 30.67 por ciento del total.
Otro 15.88 por ciento se registró en el área de Físico-Matemáticas e Ingenierías, mientras que sólo el 12.29 por ciento lo hizo para concursar por un lugar dentro del área de Humanidades y Artes (Castro, 2002).
El resultado fue que de los 78 mil 383 estudiantes –de un total de 80 mil aspirantes- que demandaron estas carreras, que son las 8 de mayor demanda en la UNAM, sólo ingresaron: en Medicina, uno de cada 8 estudiantes; en Derecho, uno de cada 4; en Psicología, uno de cada 5, en Administración, uno de cada 5; en Ciencias de la Comunicación, uno de cada 6; en Contaduría, uno de cada 3; en Odontología, uno de cada 4; y en Relaciones Internacionales, uno de cada 5 estudiantes (DGAE-UNAM, 2002). Cabe hacer notar que en este ciclo escolar sólo ingresaron a una carrera a nivel licenciatura un total de 34 mil alumnos, de los cuales 8 mil 400 fueron seleccionados mediante examen, y los restantes 31 mil 600 lo hicieron mediante el mecanismo de pase reglamentado por provenir de escuelas de la propia institución.

Cuadro Nº 5: Las 8 carreras con mayor demanda de ingreso a la UNAM 2002-2003
Fuente: DGAE-UNAM

La sobredemanda por carreras de Ciencias Sociales va en detrimento de áreas como Físico-Matemáticas, vitales para el desarrollo tecnológico, económico y social del país, donde sin embargo, escasean los profesionistas a pesar del retraso imperante en México en ese sector. Al respecto, y de acuerdo al Informe de Desarrollo Humano 2001 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en México la tasa de estudiantes del nivel profesional matriculado en estudios de ciencias matemáticas e ingenierías es de sólo 5 por ciento. Esa tasa resulta baja en comparación con la de otros países de alto desarrollo tecnológico, como es el caso de Finlandia, con un porcentaje de 27.4 por ciento, 25.3 por ciento en Australia, 24.2 en Singapur, y 13.9 por ciento en Estados Unidos (Castro, 2002).
México sólo imparte educación a 19 % de sus jóvenes
El diagnóstico que hemos presentado de la situación actual de la educación superior en México nos indica que actualmente hay 2 millones 147 mil 075 estudiantes, 2.09 por ciento del total nacional. En otros términos, significa que hay 2 mil 150 alumnos por cada 100 mil habitantes.
En un estudio realizado, recientemente, por la Secretaría de Educación Pública se señala que en México sólo se imparte educación superior al 19 por ciento de su población de 20 a 24 años, mientras que países más rezagados, como Bolivia y Ecuador, tienen una cobertura de 23 por ciento y 20 por ciento, respectivamente. En Argentina se atiende a 43 por ciento de los jóvenes; en Canadá, a 60 por ciento, y en Estados Unidos, a 70 por ciento.
De acuerdo con estas cifras, la SEP concluye que México “no sólo muestra un rezago considerable” en la cobertura de educación superior en relación con países de mayor desarrollo económico, sino que se encuentra por debajo del nivel que presentan naciones con situación similar o más pobres, como Bolivia y Ecuador.
Así, para que México alcance por lo menos el indicador de los principales países de América Latina -cuya atención es 2 mil 800 estudiantes por cada 100 mil habitantes- necesita de una infraestructura “dos veces mayor” a la construida en los últimos 10 años (SEP-SESIC, 2001).

Cuadro Nº 6: ¿Cuántos jóvenes estudian en México?
Fuente: SEP-SESIC


Ascendió la participación de la mujer en la matrícula, pero aún es insuficiente
Aunque la participación de la mujer en la matrícula de educación superior, en todas sus modalidades y niveles, ascendió en el 2000 al 47 por ciento de la población estudiantil (SEP-SESIC, 2001) y al 48 por ciento en el 2003 (ANUIES, 2003), todavía tiene “cierto rezago” con respecto a otros países que superan la cobertura de 50 por ciento. Por ejemplo, Brasil y Colombia están por encima de nuestro país, con una participación femenina de 54 y 51 por ciento, respectivamente. Pero la brecha es mayor con respecto a naciones como Estados Unidos y Rusia, donde las mujeres representaban hace 8 años 56 por ciento de la matrícula (SEP-SESIC, 2001).
Asimismo, presenta ciertos sesgos, en tanto que existen ciertas carreras a las que tradicionalmente se orienta el género femenino, tales como el magisterio, la enfermería y las humanidades.
La mayor parte de la matrícula de posgrado se concentra en el D.F.
La matrícula de posgrado creció en los últimos diez años 61 mil 473 estudiantes. En el ciclo escolar 1994-1995 la educación superior alcanzó una matrícula de 1 millón 420 mil, de los cuales poco menos del 5 por ciento cursaba el posgrado (71 mil alumnos) (CAPFCE, s/f). Actualmente, la matrícula de educación superior es de 2 millones 147 mil 075, de los cuales el 6.2 por ciento cursa el posgrado (132 mil 473 alumnos). Del total de matrícula el 7 por ciento cursa el doctorado, el 22 por ciento una especialidad y el 71 por ciento la maestría (ANUIES, 2003). Buena parte de ese crecimiento se dio en las entidades federativas; sin embargo, 62 por ciento de los estudiantes de posgrado se ubicaban en sólo tres entidades federativas y el Distrito Federal, donde se concentraba la mayoría (CAPFCE, s/f). Un ejemplo es que en el año 2001, el 72 por ciento de los estudiantes de doctorado se concentra en cuatro entidades: Distrito Federal (4 mil 998), Estado de México (676), Guanajuato (499), y Baja California (429) y en contraste cuatro estados no ofrecen estudios de doctorado: Campeche, Nayarit, Quintana Roo y Tabasco (Ríos, s/f). Aunque la matrícula de posgrado se incrementó ligeramente en estos últimos años, sigue siendo insuficiente y desigual en el territorio nacional.
Proyecciones meta frente a las proyecciones tendenciales 2006
Por último vamos a considerar el futuro crecimiento de la matrícula de educación superior en México hacia el año 2006. Tres documentos son importantes para considerar la futura expansión de la matrícula: el «Programa Sectorial de Educación 2001-2006»; el documento de la ANUIES «La Educación Superior en el Siglo XXI, Líneas Estratégicas de Desarrollo»; y, en forma complementaria, el documento «Programa de Ampliación de la Oferta de Educación Superior 2002», elaborado por la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica (SESIC).
Por otra parte, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, ha efectuado cálculos, con base en las proporciones de la matrícula que se presentarían en proyecciones tendenciales; tanto de los subsistemas de universidades, institutos tecnológicos y de educación normal; como de las instituciones públicas y particulares en cada uno de éstos.
En el Cuadro Nº 7 se observa en contraste las metas del Programa frente a las proyecciones tendenciales propuestas por la ANUIES. Es apreciable la brecha existente entre la proyección meta y la proyección tendencial. Para la matrícula total de la educación superior, en el año 2006, esta brecha ascendería a cerca de 410 mil alumnos. En consecuencia, se estima que será muy difícil alcanzar las metas proyectadas en el Programa si continúan las tendencias inerciales en los subsistemas y si no se hace un extraordinario esfuerzo en las modificaciones de dichas tendencias (Taborga, 2002).

Cuadro Nº 7: Expansión de la Matrícula al año 2006
Fuente: (*) Meta del Programa Sectorial de Educación 2001-2006
(**) Proyección Tendencial de ANUIES (Regresión logarítmica)


Tendencias de la Matrícula
Con base en los datos disponibles hasta el momento, las posibles tendencias que podemos observar son:
Expansión y diversificación de la Educación Superior
Producto del aumento de la demanda social de educación y de la expansión de los niveles previos, el sistema de educación superior ha sufrido, en las últimas décadas, un impresionante crecimiento en México y la tendencia es continuar su crecimiento en los próximos diez años.
Inequidad en el acceso a la Educación Superior
A pesar del crecimiento sin precedentes de este nivel educativo, éste se presenta con fuertes disparidades, en cuanto al acceso a los servicios educativos. La oportunidad de acceso a la educación superior no es equitativa para los diferentes grupos sociales de la educación, aspectos de carácter socio-económico, étnico, de género o de capacidad física, representan obstáculos para la incorporación y la permanencia a los sistemas educativos superiores.
Disparidad en la distribución de la Educación Superior
Territorialmente también existen disparidades en cuanto a la distribución de instituciones de educación superior, las cuales se concentran en los centros urbanos de las entidades de mayor desarrollo económico. Principalmente en el Distrito Federal. Desde hace algunas décadas, se ha tratado de revertir esta tendencia centralizadora, con la apertura de instituciones educativas de nivel superior en todas las entidades del país. Pero este proceso aún es incompleto, por lo que existen corrientes migratorias relacionadas con la demanda de educación superior, de personas que no encuentran, dentro de su entidad, oportunidades de desarrollo educativo. En este sentido, la tendencia es que el D.F. siga siendo la entidad con más del 20 por ciento de la matrícula nacional de educación superior.
Mayor privatización de la Educación Superior
El crecimiento de la oferta educativa se ha centrado, de manera preponderante, en el sector privado. Se presenta, de esta manera una tendencia mayor hacia la privatización de los estudios de nivel superior, sobre todo de licenciatura.
Desequilibrio en la composición de la matrícula de Educación Superior
Diversos fenómenos de carácter cultural, económico y político, han contribuido a generar desequilibrios estructurales en la composición de la matrícula de nivel superior, en relación con las diferentes áreas de conocimiento. Hay una fuerte concentración de la demanda y de la oferta, en el área económico administrativa, así como en algunas carreras de corte tradicional, como las de Derecho y Medicina; mientras que otras áreas, relacionadas con las ciencias, aportan porcentajes muy bajos al total nacional. La tendencia es que más del 40 por ciento de los egresados que cursan carreras de alta demanda no podrían tener empleo al concluir sus estudios.

Bibliografía
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Taborga Torrico, Huáscar (2002), “Observaciones sobre la expansión de la matrícula al año 2006”; ver www.anuies.mx/anuies/revsup/index.html, (marzo 2003).

Notas:
* Maestra en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Desde 1981, docente de nivel superior y posgrado en la UAM-X, Universidad La Salle y la UNAM. Su línea de investigación más reciente es la Matrícula de Educación Superior en México. Actualmente es académica de la Dirección General de Orientación y Servicios Educativos (DGOSE-UNAM). Ha publicado en revistas tales como: Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Razones, Club Selecto, Cultura Norte, Punto de Vida y Cuadernos del Centro de Estudios de la Comunicación, así como en el Periódico El Nacional. Entre sus libros publicados se encuentra Un diario para el Auge y la Crisis.
1 Fue creado en 1991, ofrece una opción de educación superior tecnológica de dos años, que permite a los egresados incorporarse en poco tiempo al sector productivo (CAPFCE, s/f); actualmente, dicho subsistema consta de más de 50 instituciones.
2 La Educación Normal se considera en Educación Superior a partir del ciclo escolar 1986-1987 (INEGI, 2003:19).





Indice Revista Mexicana de Orientación Educativa N° 2









financiamiento

Dr. Harry Patrinos, Banco Mundial

Uno de los aspectos más importantes acerca de la educación es que su financiamiento proviene del sector gubernamental en la mayoría de los países en el mundo. Este financiamiento se ha manifestado en una elevada matrícula escolar y en otros beneficios para sus sistemas educativos, como el acceso universal a la educación en muchas naciones. Sin embargo, la educación otorgada por el sector público no siempre es la mejor para nuestros niños, ya que existen grupos que son dejados atrás como minorías lingüísticas, minusválidos, entre otros. Asimismo, continuamos observando diferencias en la escolaridad entre diversos grupos, particularmente entre niños y niñas, en gran parte del orbe.

EL FINANCIAMIENTO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN MEXICO


Víctor Manuel Ulloa Arellano
de la ENEP Acatlán


No debemos olvidar que la educación en todos los niveles, y particularmente, en el superior, juega un importante papel como uno de los principales cimientos de la sociedad y se constituye como su motor y eje fundamental sobre el que ésta debe desarrollarse.

En el entorno actual, bajo el esquema de apertura a los mercados internacionales y la globalización de nuestra economía, se han presentado condiciones que impactan directamente a la sociedad y en especial a la población que conforma los sectores de marginación y pobreza; la educación superior se transformó de ser un producto para minorías, a la única vía para enfrentar apropiadamente las imperantes y complejas necesidades del país. En el proceso que permita entablar competencia con otros países y satisfacer adecuadamente los requerimientos nacionales, se hace evidente la importancia de la asignación racional y planificada por parte del Estado, de recursos financieros para sostener a una educación pública superior de calidad.

Nuestra nación demanda, para su desarrollo económico y social, la formación de profesionistas de alto nivel, exigencia que únicamente puede ser cubierta con un adecuado sistema de financiamiento a las instituciones educativas de nivel superior que, en su mayoría, ha de ser sustentado por el gobierno federal. Los beneficios que resultan de ello, pese a no poder ser medidos directamente en escalas monetarias, justifican plenamente el soporte gubernamental.

Se debe contemplar entonces al financiamiento a la educación superior como una inversión y no como un gasto, cuyo sustento es el dinero de los ciudadanos que contribuimos con nuestros impuestos.

Han de considerarse además de los apoyos por parte del Estado, fuentes adicionales de financiamiento, provenientes de asociaciones civiles, egresados de instituciones públicas y, preferentemente de un importante sector de la iniciativa privada que se ve altamente beneficiado de las universidades del gobierno a cambio de una escasa o nula contribución al apoyo económico de éstas.

Cabe destacar que un gran proporción de alumnos habría quedado excluido de asistir a la universidad si las cuotas no hubieran sido de carácter voluntario. Este hecho ha redundado además en el aumento de la matrícula femenina en los centros de formación superior, lo que ha implicado una mejor calidad de vida para mas mujeres que tienen la oportunidad de estudiar una carrera profesional.

Al concebir las expectativas del financiamiento de la educación pública superior en nuestro país, es indispensable analizarlas en retrospectiva para obtener una perspectiva integral que proporcione elementos para elaborar propuestas en este rubro.

Sin recurrir a políticas paternalistas, y considerando la magnitud y relevancia del aparato educativo en la prosperidad de la nación, sólo mediante una subvención en su mayor parte gubernamental pueden establecerse las bases para estructurar un adecuado sistema de educación superior. Paralelo al apoyo económico gubernamental, han de establecerse en las instituciones de formación profesional mecanismos académicos y administrativos orientados al correcto empleo y máximo provecho de los recursos financieros para que estos centros de educación superior puedan cumplir cabalmente sus objetivos que, esencialmente redundan en un beneficio para la sociedad.

Entonces, es de esperar que por sí solo, un aumento en el gasto social del gobierno en el rubro de la educación y en específico en el de la superior, no conlleva una mayor eficiencia de las instituciones tal como se ha experimentado en el pasado.

Considérense las políticas de asignación de recursos gubernamentales a los centros de formación profesional llevadas a cabo en períodos anteriores. En las administraciones de Luis Echeverría Álvarez y de José López Portillo, el contexto de nuestro país era ya preponderantemente urbano, lo que significaba que era necesario para el desarrollo de la actividad productiva una mejor preparación de los trabajadores, es decir, elevar el nivel de formación de los habitantes. En este momento, el rol de la educación superior deja de ser un privilegio de un pequeño grupo y se convierte en un medio de formación de mayores cantidades de profesionistas, de los cuales, su ejercicio laboral impactaría directamente en el sistema económico nacional.

Bajo estas circunstancias, el gobierno federal otorga un aumento al presupuesto asignado a la educación superior por arriba de cualquier otra partida del gasto social. Este hecho permitió en una primera etapa, satisfacer las ingentes necesidades de educación superior, que si bien dio origen a un proceso de democratización de las instituciones educativas de tercer nivel no implementó al mismo tiempo medidas cuyo objetivo fuera renovar la estructura académica adaptándola a este fenómeno de masificación.

Al paso del tiempo, se verificó un dramático aumento en la matrícula estudiantil y en el personal docente, que no obstante, se desempeñaban bajo los obsoletos esquemas y modelos educativos lo que, en consecuencia, significó un claro detrimento de la calidad de estas instituciones. Paradójicamente, esta forma creciente y libre de financiamiento gubernamental a los centros de formación profesional se convirtió en un método paternalista más preocupado por las relaciones entre el gobierno, el sistema educativo y la sociedad, que por los niveles de eficiencia y rendimiento de las instituciones de educación superior, las cuales, bajo esta estructura de financiamiento, no se les exigía un mínimo nivel académico. En esta etapa salen a la luz nuevas instituciones a las cuales no se solicita estándares de acreditación y que se desarrollaron, por consiguiente, sin evaluación.

El vertiginoso aumento en la población estudiantil durante el período Echeverría-López Portillo en centros educativos de tercer nivel se vio reflejado en una inadecuada distribución de alumnos por área de estudio, dándose una reducción en la correspondiente a ciencias exactas y naturales y una acentuada concentración en las económicas, administrativas y jurídicas.

No obstante a esta desproporción por áreas, la expansión en el número de estudiantes vino acompañada de un importante beneficio que se da con el incremento a la matrícula femenina que, pese a que la mujer representa un poco mas de la mitad de los habitantes según los censos de población, el porcentaje de ellas que tenía acceso a la educación en 1970 era de sólo el 14% y ha crecido hasta el presente, con una participación cercana al 50% del estudiantado; según las estadísticas estimadas por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, INEGI. Este notable hecho permite fortalecer las condiciones de igualdad entre mujeres y hombres, propiciando además una participación mas activa del sector femenino en asuntos de interés nacional.

Al presentarse la crisis económica correspondiente al período de Miguel de la Madrid Hurtado, se implementó una severa política en el control de precios y saneamiento de las finanzas públicas que repercutió directamente en una considerable disminución a las partidas del gasto del desarrollo social, lo que afectó principalmente al rubro de la educación de tercer nivel. Contrario al sentido común, el sistema de educación superior continuó con la escalada desmedida de la matrícula y planta docente, originando serios problemas administrativos y académicos, pues el ya de por si poco presupuesto tenía que aprovecharse para mayores gastos. En lo concerniente al personal docente durante este período, el numero de contrataciones creció significativamente en contraparte a lo que sucedía con los demás empleos.

Esta etapa, de expansión de matrícula y planta docente y de escasos recursos económicos, el sistema educativo seguía caracterizándose por la ausencia de objetivos de desarrollo académico, por lo que no podían establecerse mecanismos de toma de decisiones sobre la asignación de recursos. Al final del período de Da la Madrid Hurtado y al inicio del de Salinas de Gortari, la economía nacional presentaba un panorama relativamente favorable, lo que conllevó a una reprogramación del gasto social en la educación. Sin embargo, este nuevo aumento al presupuesto de las instituciones educativas fue menor en las de tercer nivel que las de todas en conjunto.

La política en esta etapa era no continuar con la asignación creciente de recursos y se presentaron fuertes cuestionamientos sobre la calidad, eficiencia e importancia de los centros de educación superior. De aquí se genera el interés en el diseño de un sistema de evaluación a las instituciones de educación superior para definir indicadores sobre la proporción de recursos a asignarse en función de los resultados obtenidos. Hasta la fecha no ha logrado diseñarse un método que cumpla con tales objetivos y que permita vincular las medidas de calidad y eficiencia con objetivos de desarrollo académico.

Si bien es claro que el soporte económico de los centros de formación superior ha de ser mediante la asignación gubernamental mayormente, debe responderse a la interrogante que plantean algunos escépticos hacia este tipo de financiamiento, que sostienen que los principales beneficiados bajo dicho sistema no son las clases de escasos recursos económicos.

Sin embargo, la realidad ha demostrado que las instituciones públicas de educación superior han permitido el acceso a ellas a un importante número de alumnos con bajo poder adquisitivo.

La distribución de recursos federales a la educación superior es adecuada en las sociedades que presentan un significativo sector de la población con desfavorables niveles económicos, pero debe realizarse una correcta administración de los mismos para poder obtener los resultados que la sociedad espera de ellos.

Entonces, se destacan dos aspectos fundamentales respecto al financiamiento de las instituciones de educación superior. Primero, un aumento en el presupuesto por sí sólo y sin una reestructuración académica y administrativa carente de objetivos congruentes a los requerimientos de la sociedad tendrá consecuencias negativas en la calidad de la educación tal como sucedió en el período de 1970 a 1982. Segundo, deben atenderse a los indicadores de calidad y eficiencia que justifiquen la inversión en educación pública superior en función del rendimiento de la misma.

Tómese para tal efecto el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México, históricamente la mas antigua de América y por su importancia en el sistema educativo, ya que tiene la mayor de las matrículas de alumnos.

La mitad de las investigaciones en áreas de gran relevancia para nuestro país como las ciencias exactas, médicas, agrícolas, humanísticas, jurídicas y administrativas entre otras, se llevan a cabo en la UNAM. En los diez últimos años, la Universidad Nacional formó al 25% de los profesionales con el grado de maestría y al 50% de los que tienen el doctorado.

En el período académico 2000-2001 se desarrollaron 3709 proyectos de investigación y se inscribió a 227 mil alumnos en los niveles de bachillerato y licenciatura. Se estima que durante el mencionado período, un promedio de 2 mil egresados se incorporaron a la iniciativa privada y pública para prestar sus servicios profesionales. A lo anterior hay que agregar la atención médica, odontológica, veterinaria y sicológica entre otras, brindada a la comunidad de bajos recursos.

Es indiscutible la importancia del apoyo gubernamental en la subvención de las instituciones de educación superior, sin embargo, debe conformarse un sistema de fuentes adicionales de financiamiento que permitan continuar con la misión fundamental de los centros de formación profesional. Retomando el caso de la Universidad Nacional, se contempla una estrategia de captación de recursos extraordinarios mediante la Fundación UNAM. En el presente año, se da promoción a la campaña de afiliación a esta fundación, la cual canalizará las aportaciones de los socios a proyectos en beneficio de los universitarios.

El objetivo de la Fundación es el de captar a 20 mil nuevos socios cuya aportación mínima anual sea de 1500 pesos, tomando en cuenta que solamente el Programa de Becas de la UNAM emplea al año 26 millones de pesos. El gobierno federal se ha comprometido a otorgar mediante el Programa Nacional de Becas una cantidad igual si la Fundación logra captarla.

Un importante paso se ha dado con empresas de la iniciativa privada en la aplicación de descuentos en el precio de sus artículos y lo que se persigue es que éstas realicen aportaciones económicas directamente a la Universidad, ya que muchas de ellas se han visto beneficiadas por que gran parte de su personal es egresado de universidades públicas.
La Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas calcula que globalmente, el 63% del costo de la educación es absorbido por el gobierno, en segundo lugar, el 35% provisto por la iniciativa privada, alumnos egresados y asociaciones no gubernamentales. El restante 2% es aportado por programas adicionales de apoyo.

Recapitulando, el motivo que justifica plenamente el financiamiento en mayor parte gubernamental, a la educación superior, es que los objetivos fundamentales de las instituciones educativas de tercer nivel están enfocados a brindar beneficios sociales que no pueden medirse directamente en términos monetarios. Paralelo al apoyo federal deben establecerse en las instituciones superiores metas y objetivos académicos congruentes con las necesidades prioritarias del país, mismas que mantengan niveles adecuados de calidad en la educación y de la eficiencia terminal, así como reorientar la distribución de la matrícula por áreas de conocimiento, reforzando aquellas que son cruciales para el desarrollo productivo y social de la nación. Asimismo, debe darse una reestructuración administrativa, que permita un ágil y transparente manejo de los recursos, manejo que, preferentemente, se lleve a cabo en conjunto con la sociedad. Han de considerarse además, mecanismos e indicadores acerca del uso racional del presupuesto y del rendimiento de las instituciones medido en términos de beneficios a la comunidad para definir claramente los criterios de asignación de recursos.

La vinculación de los centros educativos de tercer nivel y las instituciones del sector privado, pueden representar una significativa fuente de financiamiento alterna, en proyectos conjuntos de investigación, desarrollo y tecnología, en los cuales se da un beneficio común, tanto económico como académico.

Adicionalmente, las compañías y empresas privadas que se sostienen y desempeñan en gran parte con personal formado en instituciones públicas de educación superior están en condición de realizar aportaciones económicas a éstas, pues dicha acción puede ser considerada como una inversión en la cual no sólo obtienen un valor de recuperación, sino una significativa utilidad y perspectivas de desarrollo.

No menos importantes resultan las aportaciones voluntarias que los alumnos del nivel superior realizan al momento de inscribirse. El sistema de aportación voluntaria permite que alumnos de bajo nivel económico puedan acceder a los centros de formación profesional, sin embargo, por los altos costos de operación en los servicios adicionales, lo conducente es el cobro razonable de los mismos, como por ejemplo los exámenes extraordinarios, cursos extracurriculares y otros.

Un adecuado financiamiento de las instituciones públicas de educación superior debe ser resultado de la participación coordinada del gobierno federal, instituciones del sector privado, organizaciones no gubernamentales, fundaciones de egresados y un sistema racional de cobro de servicios extraordinarios que en conjunto con un proyecto estratégico de reestructuración administrativa y académica permita establecer objetivos de desarrollo acordes a los requerimientos de México.
INVERSIÓN EDUCATIVA



Disminuyen becas en todos los niveles educativos, lo que es consecue
ncia de que el Gobierno federal redujo la participación de inversión a este rubro
CIUDAD DE MÉXICO.- En el primer año de gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa la inversión en educación, la proporción de becas otorgadas en todos los niveles educativos y la oportunidades para que los jóvenes ingresaran al nivel de licenciatura disminuyeron, de acuerdo con el Primer Informe de Gobierno.
Al reportar el gasto que el país realizó en educación respecto al Producto Interno Bruto (PIB), el Informe revela la caída por tercer año consecutivo en la inversión en el sector educativo al ubicarse en 6.9% del PIB, lo que equivale a la cifra reportada en el cuarto año de gobierno del presidente Vicente Fox (2004).
Entre 2005 y el 2007 la inversión en educación pasó de 7.1% a 6.9% del PIB. La reducción del gasto, advierte, se debe a que el gobierno federal redujo su participación de inversión en este rubro, respecto a la participación que tuvieron los gobiernos estatal.
municipal y privado. En este Primer Informe, también, se observan modificaciones en la forma de medir y hacer público el “avance” educativo. Se aprecia, por ejemplo, un cambio en los criterios para obtener el promedio de escolaridad de los mexicanos al sólo contemplar a los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad y no como en el criterio anterior que medía a la población de entre 15 a 64 años de edad.

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Criterio
La universidad en cuestión
Carlos Mendoza Sepúlveda*
E s ampliamente conocida y aceptada la importancia estratégica de la educación superior para el desarrollo del país, especialmente por la generación de recursos humanos profesionalizados y debidamente preparados para enfrentar los procesos de globalización que vienen. A pesar de ello, los presupuestos federales destinados a las universidades públicas para 2005 presentan graves incongruencias que ponen en riesgo los proyectos educativos universitarios.
Muy distante de mejorar los indicadores de inversión en educación superior con relación al Producto Interno Bruto (PIB) -lo deseable es de al menos uno por ciento- las políticas presupuestales contemplan una reducción de aproximadamente 2, 000 millones de pesos en los recursos económicos destinados al financiamiento universitario para el próximo año. De aceptarse estas medidas, los proyectos universitarios enfrentarían fuertes limitantes para alcanzar las metas estimadas y constituiría un gran obstáculo para el desarrollo institucional de las universidades públicas mexicanas.
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) estima que un escenario aceptable para 2005, que no deseable, es alcanzar al menos un 0.64 por ciento del PIB. Esto significaría incrementar en 8 mil millones de pesos, en números redondos, y elevar la asignación presupuestal para el conjunto de las universidades públicas hasta un poco más de 51 mil millones de pesos.
Son reconocidas las grandes asimetrías en el gasto por alumno ejercido por distintas instituciones públicas. De acuerdo a información de la SEP mientras que la UNAM dispone de más de 81 mil pesos anuales por alumno (ciclo 2002-2003), la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca solamente aplica de un poco más de 12 mil pesos anuales. Esta disparidad ha derivado en políticas gubernamentales que promueven la reducción de los presupuestos más altos en lugar de elevar los más bajos. Son ejemplos las caídas presupuestales de 4.9 por ciento en la UNAM, de 4.4 por ciento en la UAM y de 8.9 por ciento en el IPN.
A pesar de estas políticas del gobierno federal, las universidades públicas para incrementar sus recursos financieros, siguen puntualmente programas gubernamentales instrumentados para etiquetar recursos y orientarlos hacia actividades específicas tales como Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), Modernización de la Educación Superior (FOMES), Fondos de Inversión con programas evaluados y acreditados (FIUPEA), Programas de Apoyo al Desarrollo Universitario (PROADU) y toda una parafernalia de siglas a las que se agregan PIFI´s, FAM´s, FAEUP´s que vienen a proporcionar exiguos recursos extraordinarios. El presupuesto ordinario se destina a cubrir el gasto corriente de las instituciones de educación superior. Cada año se asigna un presupuesto irreductible que es igual al costo operativo del año anterior más un pequeño incremento que se asocia a la inflación.
Este marco presupuestal es absolutamente limitativo para el cumplimiento de las metas universitarias. Mientras se acumula el rezago educativo por falta de recursos y crece la demanda de ingreso, los retos para la universidad son cada vez más complejos. Por una parte, en lo interno, la calidad educativa es ya inseparable de la educación pública superior, además de la pertinencia en programas docentes, diversificación, equidad en el ingreso, extensión, difusión de la cultura y vinculación social. Para ello, son relevantes los planes para el desarrollo institucional debidamente instrumentados para alcanzar los resultados deseados, independientemente de una atinada gestión y gobernabilidad.
En lo externo, las universidades deben mantener su atención a los procesos de internacionalización, movilidad estudiantil, procedimientos de certificación y acreditación, tendencias tecnológicas y la inserción de sus egresados en la nueva sociedad del conocimiento. De forma significante, las universidades públicas están alcanzando la madurez institucional y buscan la formación de un verdadero sistema nacional de educación pública superior.
Todas estas importantes acciones se pueden venir abajo si los financiamientos se reducen y la universidad pública se mantiene en condiciones limitadas. Reconociendo la importante función de la educación superior y la investigación científica, las autoridades federales y estatales deben apoyar los planes de desarrollo institucional que han justificado con creces, la transparente y correcta aplicación del gasto educativo.
La universidad pública debe transitar de los cuestionamientos gubernamentales a la consolidación del quehacer institucional a través de es